participante
Gustavo Duch
última actualización
27-11-2024
Mi bisabuelo Francesc ejerció de cafetero en el casino del pueblo, de vigilante del matadero, de zapatero, de farolero… y, más de un día, hasta de ‘jugador profesional de cartas’. Y, como casi todos en el pueblo, hortelano en el patio de su casa.
Yo, licenciado en veterinaria (1988), junto a otras compañeras y compañeros, pusimos en marcha Veterinarios Sin Fronteras (1986) para apoyar a las poblaciones campesinas en dificultades. Fui su director (de 1991 al 2009). Escuchando a las comunidades campesinas, entendí la importancia de sumarse a la defensa de la Soberanía Alimentaria, porque la agricultura, oficio de libertad, hoy está presa de los intereses capitalistas de pocas corporaciones. Así que, acompañado de muy buenas gentes (desde 2011) formo parte de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, un espacio de pensamiento crítico de los movimientos que defienden algo tan necesario como transformador: un mundo rural vivo. Desde el 2019, tengo mi hogar activista en la cooperativa El Pa Sencer, otro lugar de agitación social.
La experiencia de observar, estudiar y denunciar atropellos, y también de conocer alternativas, se han convertido en artículos de prensa recogidos en las hemerotecas y varios libros: Con los pies en la tierra, Lo que hay que tragar, Alimentos bajo sospecha, No vamos a tragar o en mi propio blog, Palabre-ando.
Como contar es otra forma de caminar, también escribo narraciones, cuentos y poesías que, al surgir no sé bien cómo, me asombran, me hacen pensar y me gusta compartir. El primero fue Sin lavarse las manos, dando paso a una hermosa colaboración con la editorial Pol·len y la trilogía Mucha Gente Pequeña, compuesta por Mucha Gente Pequeña, Secretos y Cosechas. Fue en el primero que el maestro Eduardo Galeano me sonrojó cuando dijo: «Desde hace mucho tiempo, leo y disfruto todo lo que Gustavo publica. Tiene el encanto de los libros escritos para niños, pero con una diferencia fundamental: sus palabras no ayudan a dormir, pero sí que ayudan a despertar.»
Como sigo buscando respuestas, pensé que era el momento de preguntar a quien conoce bien los secretos de la Tierra. Una cosecha de versos mínimos, recogidos en Huertos de libertad, son el diálogo con quien vive en el interior de la tierra. Y Cuentos del progreso son conversaciones con un pastor, quien vive formando parte de la tierra.
Algunos de estos textos son parte de diferentes recitales de proximidad, donde se suman a cantos y músicas de buenas amigas y amigos con quien comparto prestigiosos escenarios: el corral de una pastora, la plaza de un pueblo o un local ocupado.
Padre de Irene y Xavier, compañero de Eva, veterinario de cabecera, investigador, escritor y contador trashumante. Y, en el huerto del bisabuelo, aprendiz de hortelano.
Yo, licenciado en veterinaria (1988), junto a otras compañeras y compañeros, pusimos en marcha Veterinarios Sin Fronteras (1986) para apoyar a las poblaciones campesinas en dificultades. Fui su director (de 1991 al 2009). Escuchando a las comunidades campesinas, entendí la importancia de sumarse a la defensa de la Soberanía Alimentaria, porque la agricultura, oficio de libertad, hoy está presa de los intereses capitalistas de pocas corporaciones. Así que, acompañado de muy buenas gentes (desde 2011) formo parte de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas, un espacio de pensamiento crítico de los movimientos que defienden algo tan necesario como transformador: un mundo rural vivo. Desde el 2019, tengo mi hogar activista en la cooperativa El Pa Sencer, otro lugar de agitación social.
La experiencia de observar, estudiar y denunciar atropellos, y también de conocer alternativas, se han convertido en artículos de prensa recogidos en las hemerotecas y varios libros: Con los pies en la tierra, Lo que hay que tragar, Alimentos bajo sospecha, No vamos a tragar o en mi propio blog, Palabre-ando.
Como contar es otra forma de caminar, también escribo narraciones, cuentos y poesías que, al surgir no sé bien cómo, me asombran, me hacen pensar y me gusta compartir. El primero fue Sin lavarse las manos, dando paso a una hermosa colaboración con la editorial Pol·len y la trilogía Mucha Gente Pequeña, compuesta por Mucha Gente Pequeña, Secretos y Cosechas. Fue en el primero que el maestro Eduardo Galeano me sonrojó cuando dijo: «Desde hace mucho tiempo, leo y disfruto todo lo que Gustavo publica. Tiene el encanto de los libros escritos para niños, pero con una diferencia fundamental: sus palabras no ayudan a dormir, pero sí que ayudan a despertar.»
Como sigo buscando respuestas, pensé que era el momento de preguntar a quien conoce bien los secretos de la Tierra. Una cosecha de versos mínimos, recogidos en Huertos de libertad, son el diálogo con quien vive en el interior de la tierra. Y Cuentos del progreso son conversaciones con un pastor, quien vive formando parte de la tierra.
Algunos de estos textos son parte de diferentes recitales de proximidad, donde se suman a cantos y músicas de buenas amigas y amigos con quien comparto prestigiosos escenarios: el corral de una pastora, la plaza de un pueblo o un local ocupado.
Padre de Irene y Xavier, compañero de Eva, veterinario de cabecera, investigador, escritor y contador trashumante. Y, en el huerto del bisabuelo, aprendiz de hortelano.
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