Programa de cine y debates
Comisariado por Carles Guerra
Los últimos documentales de Joaquim Jordà se han convertido en referentes de un público que no se da por satisfecho con cualidades estrictamente cinematográficas. Desde 1979, año en que realizó Numax presenta, las películas de Jordà han aparecido vinculadas a debates más amplios. Numax presenta (1980) testimonia el cierre de una fábrica barcelonesa justo en el momento en que los políticos españoles firmaban el Pacto de la Moncloa. Más adelante, El encargo del cazador (1991) reunió las voces de aquella generación que había protagonizado la transición democrática española. Mones com la Becky (1999) cuestionó los límites de la psiquiatría. Más tarde, De nens (2003) entreteje la regeneración urbana del Raval barcelonés con un caso de pederastia. Por último, Vint anys no és res (2004) reúne a los protagonistas de Numax presenta, para comprobar qué se ha hecho de los deseos expresados veinticinco años antes. Las historias de vida que cuenta cada uno de ellos configuran un friso atípico de nuestra historia reciente. De este modo, su cinematografía se ha asociado con la urgencia por abordar problemáticas de actualidad que a menudo reciben también una intensa atención mediática. En su caso, la película es un eslabón más en la cadena de la opinión pública, un instrumento para entrar en debate.
Su participación en la Escuela de Barcelona, momento en el que produce Dante no es únicamente severo (1967), su posterior etapa de militancia ortodoxa al servicio del PCI y su regreso a España a finales de los setenta, cuando retoma la práctica del cine que había abandonado momentáneamente, ofrecen tres contextos radicalmente distintos y, a la vez, tres modelos de producción muy diferenciados en su trayectoria personal. No deberíamos olvidar que el perfil de Jordà no se reduce a la realización de películas. También es guionista, traductor literario y profesor.
De ahí que Jordà se haya convertido en un referente para jóvenes realizadores que encuentran en él una forma de hacer cine al margen de los modelos de producción dominantes. La azarosa trayectoria de Jordà demuestra que su cine es reflejo de modelos de producción dispares y a veces antitéticos. En su filmografía hay documentales, ficciones y películas militantes, así como formatos distintos y presupuestos desiguales. Sin embargo, esto es lo que le confiere un acabado realista que no recurre a ningún tipo de naturalismo para confeccionar sus obras. Al contrario, su cine se sostiene sobre la capacidad de reflejar y dar cabida a las condiciones humanas y materiales con las que trabaja.
Jordà podría ser definido como un intelectual que ha hecho del cine un espacio común en el que, por decirlo de alguna manera, el momento del cineforum está integrado en la película. Cada una de sus producciones ha generado también públicos específicos, atraídos por la promesa de participar en un debate. Tal como ha sugerido alguna vez, a él solo le interesa producir la situación. «Yo me preocupo más por la mise en place de la escena y el plano, que no por cómo lo captará la cámara. Organizo la situación y después me retiro. Podría irme a tomar un café y regresar cuando todo esté hecho.» Esto es lo que podríamos calificar, sin ningún género de dudas, un «cine de situación».
Carles Guerra