Bidones de gasolina y botes de plástico, tubos y botellas gastadas están suspendidos en el aire frente a un cielo azul intenso y árboles verdes en la orilla. Así comienza el vídeo del artista ecuatoriano Adrián Balseca: “Suspensión I”, producido en 2019. Al mismo tiempo, se oyen los sonidos de los animales de un entorno que solo puede ser selvático: el viento que azota los plásticos y los esfuerzos físicos de un niño a quien no vemos. Balseca mide muy bien el tempo y se demora en mostrarnos que se trata de una niña que trepa por el tronco de un árbol de balsa como se hacía en el antiguo juego popular de la cucaña o del palo encebado. “Suspensión I” forma parte de una serie de vídeos que se inspiran en el tema del juego. En este caso, Adrián Balseca graba la última comunidad humana que vive junto al Parque Nacional de Sangay, en la provincia de Morona Santiago, en Ecuador. Como en otras obras, el artista pone en cuestión la lógica extractivista y colonial de una perversa noción de progreso. Los «trofeos» del progreso, los combustibles fósiles extraídos de la zona, cuelgan del mástil de un supuesto país de cucaña. Un monumento improvisado al plástico y al petróleo que remite, de una forma muy directa, a nuestras formas de vida.
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