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Arte intruso
Para el arte actual, [
] la tarea consiste
en encontrar su relevancia en medio de las transformaciones políticas,
demográficas y psicosociales; asociadas al desplazamiento y al
cruce de límites individuales y colectivos. Los cambios en los
límites externos (fronteras étnicas y estatales, por ejemplo,
Norte-Sur, Este-Oeste) están estrechamente ligados a las migraciones
y al cruce de esos límites. En particular, la fachada de Europa
y Norteamérica se está transformando en ese sentido. Y a
su vez, en lo que respecta a los límites internos ideas,
creencias, ideologías, lenguajes, metáforas, eslóganes,
esos países imponen sobre los desplazamientos trazos psicológicos,
líneas, atajos y parapetos al mismo tiempo, que atraviesan los
territorios individuales de las mentes humanas. Los movimientos migratorios
que se producen en nuestro interior incluyen necesariamente un importante
límite interno, la línea que separa la persona que uno ha
sido pero ya no es y la persona en la que uno se convertirá, estableciendo
así, por transgresión, una zona extraterritorial desmilitarizada,
el lugar donde el intruso se siente más cómodo. Asumir las
direcciones cambiantes de esos desplazamientos y cruces internos (y sus
correspondientes zonas desmilitarizadas) es un proceso muy complejo, pero
cartografiar esas zonas constituye uno de los movimientos sociales más
importantes que se están produciendo hoy [
]
[
] El artista que se atreva a ofrecer una contribución a
este presente, entendido como un hogar donde pasado y futuro habitan juntos
(Benjamin), así como a la historia de ese presente y futuro (Nietzsche,
Foucault), debería aprender a operar como un sofista nómada
en una polis migratoria, ofreciendo nuevas herramientas de lenguaje al
uso (en el sentido representativo de actos de discurso metafórico),
ya que los intrusos se alienan de sí mismos por falta de lenguaje.
Como el sofista en la antigua Grecia, el nuevo sofista, como practicante
de la democracia en ese espacio vacío políticamente
garantizado pero prácticamente inexistente llamado espacio
"público", debe recrear en la práctica un ágora
o foro cada vez que (él o ella) desee hablar o escuchar. Incluso
en una democracia, el Estado liberal o corporativo llena ese espacio con
su propia "publicidad" (Habermas), en lugar de dejarlo a la
"libre comunicación de ideas y opiniones" (Declaración
de los Derechos del Hombre, 1791), convirtiéndose de hecho en un
"tirano de la opinión" (Tocqueville). El sofista debe
estar preparado para un papel de adversario si va más allá
de las formas de comunicación corruptas. En una democracia, el
derecho más importante es el derecho de representación.
Ni pedagogo ni demagogo, el sofista es un interrupteur, un "interruptor",
siempre dispuesto a abrir más que cerrar el circuito de comunicaciones.
Siempre tendrá que haber lugar para ese espacio vacío, para
abrirlo a una multiplicidad de expresión e interpretación
(Lefort). El arte intruso está en ese espacio vacío, existiendo
sólo entre líneas. [
]
Krzystof Wodiczko. Critical Vehicles. Writing, Projects, Interviews
(Cambridge-London: The MIT Press, 1999): 24-25.
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Krzysztof Wodiczko,
Voices of the tower, 1996
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