• 00:40 De la orfebrería a la escultura.
  • 04:48 "New Images from Spain", 1980. Postinformalismo español en el Guggenheim de Nueva York.
  • 07:12 Los límites del arte conceptual y retorno a la pintura.
  • 08:52 "Central", 1986. Acero, vértices y horizontalidad.
  • 12:48 La técnica al servicio del concepto.

  • 13:38 "Júlia. Homenatge als immigrants" (maqueta), 1986. Escultura pública en la Via Júlia: verticalidad desmonumentalizada y circularidad transitable.
  • 21:15 Los orígenes de la escultura pública contemporánea.
  • 22:47 "Sense títol", 1987. Geometría imperfecta y circularidad.
  • 27:00 En clave poética. Estructuras que sugieren.
  • 28:58 "Deturat número 1", 1980. Utillaje, objetos del entorno y almacenaje.
25/02/2015 32' 34''
Catalán

Sergi Aguilar forma parte de una generación de escultores cuya trayectoria artística eclosiona en la España de la Transición. Se trata de un grupo ecléctico y heterogéneo que, en cierto sentido, le toma el relevo al informalismo de los años de la postguerra, y lo hace pasando por las enseñanzas del minimalismo y el arte conceptual.

Junto a Aguilar encontramos a artistas como Cristina Iglesias, Francisco Leiro, Miquel Navarro, Adolfo Schlosser o Susana Solano. Todos ellos subvierten los límites de la escultura-monumento, confiriéndole al espacio un nuevo carácter performativo que promueve la relación con el espectador.

Procedente de una familia de tradición artesanal, Aguilar desarrolla sus primeras experiencias creativas en el campo de la joyería. Mientras estudia en la Escola Massana y en el Conservatori de les Arts del Llibre de Barcelona, diseña joyas de corte vanguardista que, poco a poco, van mutando en pequeños objetos artísticos.

Un viaje a París, en 1965, lo hace entrar en contacto con la obra de los constructivistas rusos, de Constantin Brancusi y de Julio González. Esta experiencia, sumada a las inquietudes teórico-filosóficas que cultiva a raíz de sus estudios en la Escola Massana, lo llevan a entregarse, en 1973, a lo que él define como una práctica artística obstinada y obsesiva en la que aún hoy, cuatro décadas después, se mantiene.

Una de sus primeras series, titulada "Tronc-Espai-Terra-Eina" (1974), tiene como punto de partida el hallazgo de unos pequeños troncos utilizados por los habitantes de la isla de Menorca para la fabricación de herramientas. Son piezas de carácter objetual en las que ya se advierte un profundo interés por la naturaleza. Podría decirse que Aguilar nos ofrece aquí sus primeras tentativas de geometrizar las formas naturales y naturalizar las geométricas.

Desde 1973, y hasta 1979 aproximadamente, experimenta con bloques de mármol negro, generando estructuras a medio camino entre el minimalismo y la abstracción geométrica. Poco a poco va introduciendo otros elementos como el latón, el bronce, el hormigón, el acero, el aluminio, la madera y, casi por último, el hierro.

Una pluralidad de materiales que trabaja minuciosamente, dando lugar a volúmenes nítidos en los que se potencian las estructuras horizontales, los ejes, las rampas, las aristas, y en los que acostumbra a estar presente cierto elemento de desequilibrio o inestabilidad. Son, a su vez, piezas que cobran pleno sentido en su encuentro con el espectador, pues trazan a su alrededor una suerte de ejes invisibles de circulación y habitabilidad.

El dibujo ocupa una parte esencial en el trabajo de Aguilar, así como los estudios preparatorios o maquetas de las piezas. Un papel relevante han tenido también sus intervenciones en el espacio público, entre las que destacan "Júlia" (1986) ―cuya maqueta forma parte de la Colección MACBA―, "Interior" (1987) o "Marca d’aigua" (1992).

En 1987, una travesía por el desierto del sur de Argelia, marca otro punto de inflexión en su carrera. A partir de ese momento el artista incorpora el componente vivencial a sus obras. El objeto escultórico da paso a instalaciones en las que dibujos, fotografías, mapas, planos topográficos y vídeos plasman sus trayectos y recorridos personales por diferentes geografías y territorios. “Pensar sobre el lugar también implica referirse a cómo estamos en él y es en este sentido que la escultura tiene que ver con el estar, no sólo a nivel físico. Lugar y estar son indisociables en la escultura”, sostiene el artista.

La obra de Sergi Aguilar se encuentra presente en las colecciones del Guggenheim Museum de Nueva York, el ARTIUM de Vitoria, el Museo Nacional Reina Sofía (MNCARS) de Madrid, la Kunsthalle Mannheim, la Fundació la Caixa o el MACBA de Barcelona. Aguilar ha ejercido como docente y conferenciante; ha sido presidente de la AAVC (Associació d’Artistes Visuals de Catalunya) y la UAAV (Unión de Asociaciones de Artistas Visuales); y actualmente dirige la Fundació Suñol de Barcelona.

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