Paral·lela II, 1973

“Empiezo probablemente de la misma forma en que lo hace el músico, tocando dos o tres notas y a continuación, quince, veinte o cincuenta, o sea una primera línea, un primer trazo y posteriormente muchos más”, explicaba Joaquim Chancho refiriéndose a su proceso de trabajo. La exploración de la línea, el ritmo, la presencia y el vacío son los ejes por los que transita una obra que se mueve entre la abstracción geométrica y la gestualidad. Desde los años setenta y con gran coherencia, el trabajo de Chancho puede entenderse como una persistente geometría meditativa. La aparente sencillez de sus propuestas no impide un proceso de  construcción sutil y de gran precisión. De sus primeros gran precisión. De sus primeros años de trabajo son sus Paralelas, momento en el que inició sus series de transformaciones lineales  y de sucesivas secuencias. En lugar de puntos, son superficies rectangulares con diferentes intensidades de grises, negros, blancos y azules quienes trazan la noción de paralela. Existe un diálogo de nociones como secuencialidad, equilibrio,  degradación cromática, composición y armonía. En juego hay una gran fidelidad al arte como una forma de exploración.