Voyeurismo, fetichismo y narcisismo Episodios críticos (1957-2011). Colección MACBA

Si algo ha cambiado sustancialmente en las últimas décadas, son los hábitos perceptivos y visuales con los que afrontamos los hechos. Las convenciones del cine, de la pantalla televisiva y del vídeo nos han enseñado a situarnos en el lugar del observador o voyeur. Uno de los artistas que, ya en los años setenta y a modo de pionero, investigó la relación entre el uso del vídeo y la percepción fue Dan Graham. Mediante cristales, espejos, proyecciones y circuitos cerrados de vídeo, Graham incorpora la mirada del espectador a la obra. En Performer/Audience/Mirror (1975), el público que asiste a la charla impartida por el artista se convierte en parte del espectáculo gracias a un espejo situado en la pared del fondo de la sala.

La irrupción de la mirada constituye un tema de interés para Dara Birnbaum. Attack Piece (1975) consiste en la grabación de una performance en la que la artista, armada con una cámara, es atacada por varios actores, entre ellos Dan Graham, que pretenden invadir su espacio físico personal. Se expone también material documental sobre Dan Graham y la entrevista realizada por el crítico de arte Chris Dercon en 1984 en Lovaina. Graham habla sobre su obra Rock my Religion (1982-1984), un vídeo donde explora el papel de la música rock como elemento fundamental de cultura.

La actitud pasiva y acrítica de quienes contemplan el mundo como un espectáculo es retratada también por Jeff Wall. En uno de sus tableaux fotográficos o fotografías cinematográficas, Wall reconstruye una lucha en la calle. La violencia no se concentra en la agresión física de los dos jóvenes en una acera, sino en la mirada indiferente del observador y el silencio de los grafitis tachados en la pared. Si Jeff Wall plasma la violencia en la pasividad de una mirada, David Lamelas investiga en la falacia naturalista de las convenciones perceptivas. En obras experimentales como Film Script (La manipulación del mensaje) (1972) presenta una película de 16 mm y tres proyecciones de diapositivas que combinan las mismas imágenes en distintas secuencias. Se pone en escena así el potencial manipulador de las formas de construcción de la imagen.

La dimensión de una mirada construida por un universo de pantallas se refleja en la instalación de Judith Barry. Echo (1986) se sitúa en la nueva ciudad global nacida en los años ochenta. El título de la obra alude a la ninfa Eco, a quien Narciso, enamorado de sí mismo, rechazó. Mientras ella se consumía en una cueva hasta que solo quedó su voz, Narciso, embelesado ante su propia imagen reflejada en una fuente, cayó al agua y se ahogó. En la instalación de Judith Barry, Narciso es el ejecutivo exitoso atrapado en su propio reflejo. La ninfa Eco resuena a lo lejos a través de unas voces femeninas que cantan ópera. En esta ciudad de grandes edificios acristalados y faraónicas corporaciones, los individuos quedan atrapados en un espejismo de felicidad.

Un último espacio enriquece la reflexión sobre sujeto y ciudad contemporánea. Lara Almarcegui documenta con sus fotografías las zonas residuales sobre las que se edifican las nuevas ciudades de hoy, las mismas que documenta Barry. Podríamos decir que son su reverso.