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Las reflexiones en torno a la fotografía contemporánea suscitaron un intenso y controvertido debate en las dos últimas décadas del siglo XX. Se analizaba, sobre todo, la situación de la fotografía como medio artístico dentro del panorama de la creación contemporánea. Pero también se abordaban otras cuestiones de orden más práctico que, en lo referente a otras disciplinas, parecían ya superadas. Por todo ello, hablar de patrimonio y coleccionismo fotográficos constituía entonces, y aún hoy en día, un tema de debate abierto.

La exposición Fragmentos. Propuesta para una colección de fotografía contemporánea irrumpió como muestra de uno de los contados ejemplos existentes en nuestro país de coleccionismo privado de fotografía. La colección de Rafael Tous recoge, en lo que respecta a los llamados medios alternativos, el conjunto más significativo de las vanguardias catalanas desde los años sesenta hasta la actualidad, prestando especial atención a la fotografía, en su sentido más amplio.

La selección de los quince autores reunidos en esta exposición –Francesc Abad, Ana Busto, Mabel Palacín y Marc Vilaplana, Jorge Ribalta, Andrés Serrano, Cindy Sherman y Valentín Vallhonrat, entre otros– daba cuenta de la heterogeneidad de propuestas que permite el medio fotográfico, a la par que destacaba el papel idóneo de la fotografía a la hora de reflexionar, enunciar y denunciar los problemas más candentes.

La evidencia de las imágenes, la contundencia de los mensajes visuales y la radicalidad con la que son expuestos los temas son aspectos que, si bien no son exclusivos de la fotografía, encuentran en su ámbito las propuestas más acertadas. Las artes plásticas parecen haber comprendido que la sociedad actual vive inmersa en un alud de imágenes que reflejan desde las utopías del bienestar hasta el desencanto de las adversidades. Y es de esta cotidianidad visual de donde parten muchas de las propuestas artísticas que en la actualidad emprende la fotografía.