Alberto Sánchez (Toledo, 1895 ‒ Moscú, 1962), conocido como Alberto, es uno de los artistas clave de la vanguardia española. De formación autodidacta, en 1907 se instaló en Madrid, donde pronto se implicó en las Juventudes Socialistas. En 1924 ya participaba en exposiciones surrealistas en la ciudad. Con Benjamín Palencia, creó la llamada Escuela de Vallecas, que pretendía modernizar el panorama artístico del país. En 1938, el gobierno republicano le mandó a Moscú como profesor de dibujo de los niños españoles exiliados. Ese mismo año, las bombas destruyeron por completo su estudio del barrio de Lavapiés de Madrid y todas las obras que había en su interior. Años más tarde, en Moscú, Alberto reprodujo algunas de ellas. Su escultura supone una fusión de elementos de inspiración popular con ciertos rasgos surrealistas trabajados de manera muy estilizada. Si bien sus primeras obras, de 1920, se inscriben en el cubismo, en la década de 1930 acaba encontrando un lenguaje propio, más cercano al surrealismo. Aunque nunca volvió del exilio, su figura está indisolublemente unida a la plástica española del siglo XX.

En 1932 firmó el manifiesto de la Sociedad de Artistas Ibéricos y trabajó para La barraca de García Lorca realizando los decorados y figurines para Fuenteovejuna. Participó en la I Exposición de Arte Revolucionario (1933) y en la Muestra del Grupo de Arte Constructivo (1933). En 1936, ADLAN le produjo una exposición individual en Madrid y en 1937 llevó a cabo una de sus obras más conocidas para el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París, donde también se exponía el Guernica de Picasso. Esa pieza de Alberto fue producida de nuevo en 2001 para instalarla frente al Museo Reina Sofía de Madrid. Entre las numerosas exposiciones retrospectivas dedicadas a su obra, destaca la realizada en el Centro de Arte M-11 de Sevilla (1975).

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